El Último Día Soleado de Luis
Luis, un hombre de 40 años, decidió que un día soleado de junio era perfecto para una jornada de pesca. Había trabajado incansablemente durante meses y necesitaba un descanso en la naturaleza. Tomó su caña de pescar, una nevera portátil con algunos bocadillos y bebidas, y se dirigió hacia el lago que había visitado tantas veces durante su juventud.
El lago estaba tranquilo, rodeado de árboles frondosos y con un reflejo cristalino del cielo azul. Luis encontró su lugar favorito, una pequeña península que se adentraba en el agua, y se dispuso a preparar su equipo. Arrojó la línea y se acomodó en una roca, disfrutando del canto de los pájaros y el suave murmullo del viento entre las hojas.
Después de una hora de espera, Luis sintió un tirón en la caña. Sonrió, imaginando el tamaño del pez que había mordido el anzuelo. Empezó a recoger la línea, luchando contra la resistencia del pez. Era un pez grande y fuerte, y la emoción hizo que su corazón latiera más rápido.
De repente, escuchó un crujido fuerte bajo sus pies. La roca en la que estaba parado se había desprendido de la península. Antes de que pudiera reaccionar, Luis perdió el equilibrio y cayó al agua. La corriente era más fuerte de lo que recordaba, y a pesar de ser un buen nadador, el peso de sus botas y la ropa mojada hicieron que le resultara difícil mantenerse a flote.
Trató de nadar hacia la orilla, pero cada vez que avanzaba un poco, la corriente lo arrastraba de nuevo. Su respiración se volvió errática y sus movimientos más desesperados. Luis sabía que estaba en peligro. Gritó pidiendo ayuda, pero estaba solo. Su voz se perdió en la vastedad del lago.
Finalmente, la fatiga lo venció. Sus brazos y piernas dejaron de responder, y su cuerpo comenzó a hundirse lentamente. El agua fría lo envolvió, y su última visión fue el sol brillante filtrándose a través de la superficie del lago.
Horas más tarde, un grupo de excursionistas encontró su equipo abandonado en la península y dieron la alarma. La búsqueda fue rápida, pero infructuosa. Cuando finalmente encontraron a Luis, ya era demasiado tarde. El lago, que había sido su refugio durante tantos años, se había cobrado una vida más.
La noticia del trágico accidente se extendió rápidamente por la pequeña comunidad, sumiendo a todos en una profunda tristeza. Luis, un hombre amable y trabajador, había dejado un vacío irremplazable. Su familia y amigos se reunieron para recordarlo, compartiendo historias de su vida y las veces que habían disfrutado juntos del mismo lago que ahora se sentía extrañamente silencioso.
Aunque Luis ya no estaba, su memoria perduró en cada rincón del lago, en cada piedra y en cada susurro del viento. Y cada vez que el sol brillaba sobre el agua, aquellos que lo conocieron sentían su presencia, recordando al hombre que amaba la pesca y la tranquilidad de un día soleado.
Comments
Post a Comment